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Aplauso del cielo

Aplauso del cielo

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El gozo puede ser permanente? y la paz puede ser perfecta?. La respuesta es un rotundo si. El gozo y la paz vienen de Dios y están a nuestro alcance. Lo vemos en la Biblia: está en el rostro de María mientras observa dormir a Dios en el pesebre; en los ojos de Andrés mientras mira el recipiente con alimentos que nunca se vacía; en la sonrisa del leproso mientras observa un dedo donde antes solo había un muñón y en el corazón de Lázaro mientras vuelve a la vida desde su tumba. Es Dios quien hace lo que los dioses soñarían hacer en sus sueños más alocados: usar pañales, montar en burro, lavar pies, dormir en medio de la tormenta, morir por nuestros errores. Es lo tu siempre soñaste, pero que nunca esperaste. Es tener a Dios como tu suplente, tu abogado, tu padre, tu mejor fanático y tu mejor amigo. Es oír el aplauso del cielo. Es llegar a dominar el arte de acallar los temores que roban nuestra paz: la amargura que corroe el alma, la arrogancia que eclipsa nuestra visión de Dios y la inseguridad que se lleva nuestros sueños.
Información

Información

  • Tema Libros
  • Materia Vida cristiana
  • Año de Publicación 1996
  • Editorial Grupo Nelson
  • Peso (gr) 249
  • Medidas (mm) 198 x 132
  • Páginas 216
Descripción

Detalles

El gozo puede ser permanente? y la paz puede ser perfecta?. La respuesta es un rotundo si. El gozo y la paz vienen de Dios y están a nuestro alcance. Lo vemos en la Biblia: está en el rostro de María mientras observa dormir a Dios en el pesebre; en los ojos de Andrés mientras mira el recipiente con alimentos que nunca se vacía; en la sonrisa del leproso mientras observa un dedo donde antes solo había un muñón y en el corazón de Lázaro mientras vuelve a la vida desde su tumba. Es Dios quien hace lo que los dioses soñarían hacer en sus sueños más alocados: usar pañales, montar en burro, lavar pies, dormir en medio de la tormenta, morir por nuestros errores. Es lo tu siempre soñaste, pero que nunca esperaste. Es tener a Dios como tu suplente, tu abogado, tu padre, tu mejor fanático y tu mejor amigo. Es oír el aplauso del cielo. Es llegar a dominar el arte de acallar los temores que roban nuestra paz: la amargura que corroe el alma, la arrogancia que eclipsa nuestra visión de Dios y la inseguridad que se lleva nuestros sueños.
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